divendres, 19 d’octubre del 2012

Destripando sueños

Juan Lucas Pons Lalaguna
                                                                                                                          Médico



     
No tengo ninguna duda de que todos ustedes se han sentido admirados más de una vez del producto de nuestra asombrosa actividad onírica. ¿Quién de ustedes no ha experimentado maravilla, desasosiego o extrañeza tras despertarse de un sueño? ¿Quién de ustedes no se ha sentido espectador fascinado por ese increíble espectáculo de nuestros ensueños? ¿Quién de ustedes no se ha preguntado por el sentido de esta misteriosa función mental? ¿Se trata de mensajes de nuestro inconsciente? ¿Son nuestros sueños simplemente el resultado de la acción totalmente caótica de nuestra imaginación? ¿Qué utilidad tienen? Cruciales o absurdos lo que es seguro es que todos vivimos cada noche dentro de varios sueños y que interesarse por el contenido de estos episodios, indagar en una explicación verosímil de su significado y apreciar las sensaciones a las que nos inducen puede ofrecernos una información muy valiosa de cómo opera nuestra mente y, por lo tanto, ser un instrumento esencial para conocernos un poco mejor a nosotros mismos, comprender la multiplicidad de nuestra vida anímica y descifrar las huellas que las experiencias sustanciales imprimen en nuestra psique. ¿Se sienten atraídos por la observación y el estudio de sus propios sueños? ¿Les gustaría disponer de algunas pequeñas técnicas para desentrañar el valor de sus visiones nocturnas? Pues no se me queden dormidos y sigan leyendo.

     De entrada hemos de señalar que los procesos mentales que denominamos sueños se caracterizan por una profusión de imágenes sensoriales que no proceden de la realidad sino de nuestro recuerdo (técnicamente se denominan alucinaciones), que estas imágenes fluyen en nuestra mente según una lógica muy particular (discurren por medio de asociaciones dentro de una narrativa completamente delirante), que se hallan acompañadas de estados emocionales intensos (las vivencias afectivas están tan exacerbadas que pueden llegar incluso a interrumpir el sueño de golpe), que mientras estamos sumergidos en ellas perdemos nuestra facultad critica (la capacidad de reflexionar sobre lo que acontece está totalmente desactivada), que carecemos del más mínimo control sobre el contenido de esta marea de imágenes (somos simples observadores de la escena sin que podamos dirigir la función) y que la memoria de esta actividad onírica es evanescente y tiende a desaparecer en cuanto nos despertamos (únicamente podemos recordar un sueño si previamente hemos salido de él). Una vez tenemos presente las propiedades psíquicas de nuestra actividad nocturna vamos a ver como podemos capturar los ensueños que genera nuestra mente [...]
 Text complet, ben aviat, a l'edició en paper de la nostra revista