diumenge, 20 de novembre del 2011

COMENZAR ENSEGUIDA


S
Juan Lucas Pons Lalaguna

                                                                                                                  Médico 

in duda ustedes habrán oído el adagio que asegura que “Nada en el mundo se hubiera hecho si no fuera por el último minuto”. Y, estoy seguro, admitirán que en muchas ocasiones todos hemos tenido la costumbre de dejar para el postrer momento la obligación o el deber ya sea con la excusa de que más adelante estaremos en mejores condiciones de despachar el asunto ya sea porque juzgamos que actualmente no se cumplen las circunstancias apropiadas. En efecto, todos en alguna oportunidad  o en alguna área de nuestra vida hemos mostrado (o seguimos manifestando) desidia, demorando hasta el ultimo instante la ejecución de una tarea. Indiscutiblemente, postergar intencionadamente una actividad  que nos incumbe y nos corresponde resolver produce cierto bienestar, como un alivio de una carga y esta satisfacción por eludir una exigencia puede llegar a ser muy gratificante para algunas personas.


De hecho, hay gente para la que posponer sus compromisos se ha convertido en una práctica corriente. Un defecto, sin duda, porque valoran más intensamente el placer inmediato de rehuir su responsabilidad que la dicha futura por haber concluido su cometido. Además, este regocijo por haber evitado la actividad, por haberse escaqueado de lo que debería hacerse viene siempre acompañado de un estado de incomodidad, de pesadumbre, de angustia incluso, pues nuestra conciencia nos atormenta al recordarnos que la obligación está todavía pendiente. En resumen, postergar aquello que nos compete no compensa. Entonces, ¿cómo se explica que continuemos dejando para mañana lo que deberíamos hacer hoy?[...]

Properament l'article complet a la revista en paper