dissabte, 6 de febrer del 2010

El camino al infierno

Per Juan Lucas Pons

Es posible que muchos de ustedes estén convencidos que el mundo sería mejor si no existiesen los escorpiones. Estos animales, arañas gigantes, depredadores solitarios que inyectan veneno mortífero a sus victimas no suelen gozar de mucha simpatía y parece una idea razonable pensar que la tierra se hermosearía (y desde luego sería mucho más segura) si desaparecieran. ¿Y qué me dicen de los mosquitos? Insectos nada sociables que nos transmiten muchas enfermedades (entre ellas la malaria, la que más personas mata) y resultan francamente enojosos ¿No sería deseable podernos deshacer de ellos? ¿No sería la vida mucho más agradable y salutífera?. Y, ya puestos, ¿no sería magnífico si no existieran las malas hierbas que invaden y ahogan las tierras fértiles?. ¿Ni las catástrofes que asolan el planeta? Pero lo que de verdad sería estupendo es que no existiera la maldad en el mundo, ni el sufrimiento, ni la desgracia, ni…, ni…, ni…
Vamos a ver, ¿quién no anhela un mundo perfecto? ¿Quién no ha pensado que basta con eliminar todo lo desagradable y nocivo que existe en la naturaleza para alcanzar la felicidad? Que levante la mano quien no se ha sentido henchido de los más excelsos deseos, quien no se ha elevado en sus aspiraciones por encima de la dolorosa y cruel realidad, quien no ha visionado extasiado un futuro ideal. Y que levante la otra mano quien no tiene hecha una lista de todos los males que borraría de la superficie de la tierra y del interior del corazón de los seres humanos para embellecer y mejorar la existencia. Ciertamente no hay nada malsano en fantasear o en imaginarse un estado de las cosas corregido y superior pero ocurre que muchas veces éste hambre de perfección acaba resultando el más nefasto de los deseos. Si quieren saber cuales son los riesgos de nuestros más sublimes impulsos de perfección bajen las manos y sigan leyendo (...)

Més informació, ben aviat, al Gràcia-Nord Vallcarca de paper